I
cae la soja,
por las ventanas caen miles
y explotan al tocar el suelo,
y en qué carajo nos hemos convertido?
los mortales inundamos las ciudades...
II
ayer pisé el asfalto y lo encontré frenético...
no es algo natural, el asfalto,
pero para un bicho de ciudad
el asfalto frenético es símbolo de tormenta.
pasan las horas y cada vez crecen más edificios
y más autos
y más personas con acentos extraños y ojos rubios,
con una inocencia ingenua e insípida
llenando calles y bares que de a poco se van adaptando a
ellos.
mi rincón, mi madriguera, dinamitada para erguir sus
lofts...
mi vaso de ginebra se neoliberalizó en vasito de trago largo
con licores de perfumina y colorante de repostería.
temo un poco...
en el futuro caen por las ventanas.
III
los autos son mares de chapa gimiente,
gimiendo disonancias psicóticas,
contaminando el silencio musical de la joven doncella de los
arroyos.
no queremos acostumbrarnos a esto!
las bicis esquivan, ágiles!
inteligentes se pasean por las multitudes que vomitan
ofensas
ignorantes del feedback cancerígeno de la masas.
ellos quieren centros comerciales,
hoteles de 5 estrellas,
casinos,
trata de blanca -turismo sexual,
negocios multimillonarios
sobre le pantano del Paraná.
la máquina que fabrica sus plantaciones se alimenta de
sangre de adolescente bohemio,
de poemas al borde del río,
de madrugadas en la puerta de un bar de mala muerte,
de parques y ruinas de puertos que se vuelven esclavos de
dueños insaciables...
la máquina sigue fabricando hasta explotar
y vomitarse encima...
IV
por sobre todas las nubes negras de la ciudad, una cara
grita fuerte,
eufórica
mostrando los dientes.
su destino breve es el mar de chapa
y la chapa sigue funcionando
(para lo que fue fabricada)
como una cadena de producción detenida en dilemas
existenciales.
es claro el óleo gris que retrata la angustia de estos
pobres seres,
pero se enchastraban contra el lienzo puro de nuestros
sueños primaverales...
una verga.
las calles rugen de día, por eso nos refugiamos en las
noches!
acá lloran miles de hijos de la soja.
llueve soja!
cae de los edificios!
es la sangre del Nuevo Orden,
el alma mater de los yonquis de monoambiente de esta
post-guerra.
caen de a muchos por las ventanas, ellos, porque nosotros
conocemos bien
nuestras tormentas.
V
los teléfonos suenan y nadie atiende.
las mascotas oprimidas ladran, gritan, lloran,
llaman a sus pobres y decadentes amos,
las máquinas rugen sin personas que las escuchen,
y nosotros las esquivamos en bici,
a paso alfa,
no letargo,
paz
arriba llueve soja,
sus dueños se arrojan por las ventanas.
para sembrar nuevamente
hay que esperar que los campos se incendien.
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