Abadón

Sueño a veces con volarme la cabeza en el inframundo.
también sueño con escribir 150 mil palabras por segundo
y completar un libro de penas
o un libro de kejas.
sé también ke soy el peor de los consumidores,
un cliente insultable,
el enarbolador de las banderas del mal,
la desgracia,
las pocas cosas...
algunos disparates disparados por la inconciencia
o la más alta de las verdades
en su máxima saturación.

veo edificios de ideas puras,
miles de kilómetros de papeles en blanco
y millones de palabras claras ke se dicen
y ke nadie sabe entender.
desperdiciar gurúes es un hobby contemporaneo.

veo también a miles de empleados
trabajando para alimentar al monstruo,
vendiendo sus almas,
cambiándolas por estupideses
por más libertarias ke se vean
inscriptas en los libros de los récords
de Adam Smith o Mijail Bakunin,
ke da igual
si el ke lee es el mismo simio.

estamos en unos tiempos bravisimos.
todo se afila cada vez mas.
asi tiene q ser,
asi es...
lo bueno es q hay tiempo siempre para ampliar un poco la vision
todo bien, tranqui,
pero el tiempo de los espejos no perdona a nadie, sabelo...

yo no temo por perder almitas en la columna de los ke iban a hacer el cambio,
pero me dan ganas de llorar sus delirios empaketados de
eskizomagia confusa,
como la mía
y la tuya,
ke nos gusta creernos, a veces, portadores de las otras cosas,
pero así, por eso ke es poco,
ke el teclado es lindo para acariciarlo
y ke a veces
se nos escapan los dedos
y hacemos letras, palabras, canciones
y lo acariciamos y lo masturbamos hasta el climax,
porke, después de todo,
la histeria no es una de nuestras virtudes...

los dedos, a veces, saben más ke nosotros mismos...
dejalos irse un poco,
ke salgan las palabras
es curarse
y curar al mundo.


por Esteban Porronett y Vanesa Bossa